Cuento: Dios nos salve, Marcelo Presidente

Cuento: Dios nos salve, Marcelo Presidente

T/ Gabriela Cabezón Cámara I/ Martina Tratch (www.martinatrach.com)



 
 Padre nuestro que vivís en los cielos, recibe a este tu siervo nuestro líder, con su gran luz entre luces brillará la estrella en su vuelo hacia la inmortalidad, alma pura del pueblo bienamada, descansa en paz Marcelo nuestro sol, alegría de los plasmas de la Patria, Dios te salve y te reciba en su reino, la luz te espere en tu camino celestial, bendice, oh, Señor, a este cohete, recemos todos juntos la oración del doloroso e inolvidable adiós, hasta siempre Presidente vive en nos, los cincuenta millones respiramos al ritmo colosal de tu despegue, ¡y vamos todos juntos argentinos!, gracias Santo Padre por estar acá, arranque usted la última plegaria por estos restos mortales que se alzan.
Hijos míos, recemos por el hombre que volvió su corazón hacia Dios Padre, el pródigo que prodigó al país la vuelta de la fe. Yo les digo queridos argentinos que esta alma resucitará de entre los muertos al final del tiempo con los justos y yacerá en el cielo, en el frío del espacio sideral que también es del buen Dios:
Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno, cero… ¡amén!
Miren el fuego qué veloz sube, que se le mete adentro a la oscuridad, despegó Marcelo Gianelli rumbo a su morada final: el firmamento, una estrella entre estrellas la más pura, la más blanca y la celeste, la argentina, la que guiará nuestro camino como un lucero gaucho, chau Marcelo, adiós hasta siempre Presidente, latimos al ritmo de tu noche, tu despedida a bordo del sarcófago volante hecho en la Nasa para vos Padre del Pueblo que se hiela de dolor con vos en la estratósfera como un Walt Disney en paz con meteoros y lunas, dándole vueltas a la tierra desde arriba: la bola azul con remolinos mirándote y mirando lo que ves, sos el primer satélite argentino que transmite las imágenes celestes desde allá en helado mausoleo sideral. Te lloramos Marcelo Presidente, te extrañamos Marcelo Gobernante, tu pueblo te recuerda viendo tele: esas cosas que hacías de cachorro, los bloopers, las cámaras ocultas, las risas, las gastadas, los infartos, las minas que en pelotas te bailaban con un caño entre burbujas y champán. Así empezó a quererte tu Argentina.
Te acercaste al Señor de un modo raro, son extraños sus caminos ya sabemos, San Lorenzo te llevó sin que supieras. Te volviste presidente de los Cuervos, querías la gloria, ganar el campeonato, vender y comprar los jugadores, sostener un ejército de barras, llevar a todos juntos al ascenso y algo fuerte te pasó ahí en la subida. Ascendías el más alto entre los Cuervos y le viste la cara a San Lorenzo. “Yo que he muerto a la parrilla como un chancho, como un toro, como un cuis, me hirvió la sangre a fuego lento, me doraron, fui muerto como bueyes, como peces, como reyes destronados, morí por no entregarles el tesoro de la Iglesia, yo, el santo contador, sé que el Señor tiene planes para vos: acá hay devaluación, hay inflación, hay matrimonio gay, hay revanchismo, se vienen Satanás y sus piquetes, se vienen las hordas asesinas, de los bordes, las afueras y de adentro. Vos llevás un rosario en el cogote, escuchá lo que tengo que decirte. Dice la Virgen que basta ya de trolas y ni hablar de los trolos que escondés en el placard: basta ya de lujuria y de pecado, ya tenés una edad bien avanzada, ya podés empezar la vida nueva. Te reclama el país, te ordena Dios gobernar a las ovejas; salvarlas de la zurda boquijarra que se alza en cada charco bonaerense y amenaza con volver todo anarquía: se partió el peronismo, hijito mío, se vinieron el caos y el FMI. Vos confía, vos postulate, Dios te guía y te va a dar vacas gordas varios años y Francisco, el primer papa argentino, será tu ladero, tu Santa Evita, y vos vas a ser como Perón”.
Quedaste como yerto, todo blanco: “Vuelta olímpica mortal para Gianelli” titularon en diarios y canales y mostraron tu cara demudada, se te había corrido el maquillaje; es más fuerte la luz de epifanía que un estudio de tele al mediodía. Rumbo al Arcos del Sol en helicóptero despertaste y veloz como saeta les tuiteaste que el santo te había hablado. “Dios me habló no soy el mismo, ahora tengo una misión #puebloargentino”. “Me arrepiento de mis shows y mis pecados: ahora debo gobernar esta nación #puebloargentino #marcelopresidente”. “Estoy bien, mis ovejitas, no se asusten, solo recen por Marcelo su servidor #puebloargentino #marcelopresidente”.
Se rieron herejes y enemigos, pero desde Roma habló Francisco y dijo que a juicio de la Iglesia no mentías y que el santo a la parrilla mucho menos. No hubo risas cuando dijo que él creía que no estabas nada loco, más bien cuerdo y con la luz de Cristo santo también se iluminaron los despachos; se acercaba el default, se iban los dólares, estaban todos tirándose a los botes, vos caíste como otro transatlántico, como al Arca de Noé se te subieron el mejor equipo de los últimos 50 años, peronistas disidentes y de adentro, radicales, camioneros, sindicatos de porteros y gasistas, el ejército, la cana, el Opus Dei, los medios de Mauricio, -los opositores contactaron con vos bajo la cuerda- la sociedad rural, los contadores, los intendentes, los gobernadores, lo que quedaba del ex gobierno kirchnerista, diputados, senadores, empresarios y sojeros.
Vos prohibiste el aborto para siempre y en efecto, cumplió Dios con su palabra: la soja valió mil la tonelada y el trigo rozó casi el mismo precio. Hubo peste y sequía en todas partes menos en la buena tierra pampa. En el campo te querían sin reparos, desde peones a patrones y hasta vacas. Les bajaste los impuestos todo un punto y elegiste la Rural para lanzarte. Un gran show que vos mismo comandaste, Comandante de los plasmas nacionales, vos tenías lo que los demás soñaban: el amor de las cámaras, carisma y el apoyo de Dios que fue argentino por lo menos los años que empezaste. Arrasaste con las urnas, fue un golazo, en las fotos salías con aureola. Les bajaste el impuesto a las ganancias y pusiste catecismo en los colegios; relanzaste el Fútbol para Todos más los plasmas de regalo de aguinaldo.
Del relato pasaste a la película: cada día un equipo de ideas del sur montaba las imágenes en trailers. La cana encerrando a los pibitos que vendían la droga en las esquinas, y esos pibes los días subsiguientes yendo a misa, rezándole a la virgen y pidiendo perdón por sus pecados y un video de Francisco perdonando (tenían como treinta, le cambiaban los anteojos, el fondo, el decorado). Casi nadie resistió tu nuevo orden y si alguno se hizo el piola lo allanaste con tu equipo hecho de canas y de curas bendiciendo patrulleros y bastones en las puertas de las comisarías. A las pibas las mandaste a su lugar: a ser madres a sus casas y los viernes pollerita, peluquita, culo al viento si querías; las pibas son minitas, eso es lo que todas quieren en el fondo, un macho con tijera, un sol que las alumbre, un hombre al fin que las ubique. A la barra de los Cuervos reeducaste, los mandaste a recordar el catecismo, aprendieron tan bien que se dejaron de robar con las entradas y falopas. Se juntaron con colegas de otras barras les hicieron saber la buena nueva; guita había como siempre, tal vez más, pero ahora del lado de Dios Padre con respaldo hasta del Papa si seguían instrucciones del más alto de los Cuervos.
Dios te salve y realpolitik: hubo orden. Los subsidios siguieron funcionando pero nadie vivía en esas calles tan mojadas, tan frías, tan infierno. Los metiste en edificios, casi cárceles, los mandaste a la escuela y a la misa, los volviste soldados de tu ejército mejor que el inventor de los punteros.
Un programa por semana era lo tuyo; el país se paraba para verte, nos hablabas de familia y tradición, de lo bueno de crecer, multiplicarse, de lo bueno de cumplir el plan de Dios. #LacruzadadeMarcelo fue TT por cinco años, los que duró la soja, los del campo entendieron tu movida y apoyaron sin pelea los subsidios; entendieron que sin eso no había orden y sin orden ni las mieses les florecen.
Te llamamos Nuestro Padre, Nuestro Líder, te pusimos junto a santos y estampitas, te cantamos tus canciones favoritas, Argentina con Marcelo y con Francisco, San Lorenzo fue campeón los cinco años y ni el jefe de la Doce se quejaba, siguió habiendo puticlubes, había robos, cada tanto alguien era asesinado: pero menos que antes porque ahora todo lo llevaban tus muchachos y cualquiera sabía que si hacía lo que Dios pretendía de su vida, no sería el matado ni el robado ni el violado. Con un póster con tu cara a las espaldas y la cruz del señor frente a los ojos, rezábamos día y noche por tu bien, por el bien de nuestros hijos, por tener lo que necesitamos: el teléfono, la tablet con sus gracias, el plasma, una casa, el auto, vacaciones y un poco de amor.
Lo demás es mentira ya no importa; libertad decían los viejos troscos, libertad los pocos peronistas que no subieron a tu arca, libertad los estudiantes que te odiaban porque odiaban al Pueblo de la Patria. Libertad es hacer lo que hay que hacer, lo demás es la lujuria del pecado. Antes de que volviera el catecismo a los colegios hasta los chicos de quince se enviagraban: todo estaba permitido, no había a quién se le parara. La amenaza de pelos en las palmas y de infierno para siempre calentaba mucho más. Occidente se caía y Argentina se salvaba. Era Dios, era Francisco, era la soja, regados los campos por los qom sacrificados y ahora hechos santos por el Papa cada vez que los mataban.
Todo este país de San Lorenzo te miró subir al cielo como un rayo. Será el rayo de Dios que te llevó: si El existe también es responsable de las obras de la Nasa y sus cohetes. Si dudamos un poco del Señor es porque solos nos dejó y te nos robó, para qué tiene sus santos y sus diablos, para qué todos sus justos que lo alaban, para qué te quiso a vos, Padre del Pueblo. Ahora vuelve Satanás con sus rencillas: como no hay comandante, como falta el cabecilla hay pelea por cada territorio, cada cuadra un escenario de batalla, cada esquina una muestra de anarquía. Lo último que hicimos todos juntos fue verte subir a las alturas. Adiós mi presidente, adiós Marcelo nuestro, adiós al comandante de Argentina, quiera Dios tenerte entre los suyos, quieras vos rogarle por nosotros, adiós Marcelo, presidente, adiós querido, que la Virgen te abrace en su regazo y que ruegue por nosotros pecadores.

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T/ Guchy Fernandez
F/ Gentileza de Penguin Random House


Banda de sonido recomendada para leer esta nota: Brahms (Silvina amaba sus Liebeslieder Waltzes). También le gustaban: Bessie Smith, Tina Turner, Gardel, Piazzola, Schumann y Chopin (así que si quieren pueden ir mechando).



Confesó que se sentía “el etcétera de la familia”. Ocurre que era la menor de seis hermanas, Victoria Ocampo a la cabeza. Y así como la mayor fue todo lo que estaba bien, Silvina, que también encontró su lugar en la escritura, se ubicó en los márgenes, en el cuarto de planchado, arriba del cedro de su mansión de verano donde esperaba a los mendigos para darles leche con nata, siempre en la sombra. Pero aquí no vamos a poner a Silvina en ese lugar en el que la mayoría la pone: el de la pobre desplazada contra su voluntad, opacada por su hermana y su gran amor, Adolfo Bioy Casares, incluso también por su amigo Borges. Ocurre que ella se sentía cómoda en la sombra, “soy íntima”, decía. Se escondía de la gente tras sus icónicos anteojos de marco blanco y vidrio templado o se tapaba la cara paras las fotos. No le gustaban las entrevistas, las fiestas, los homenajes, no hacía relaciones para beneficiarse, más bien al contrario: era ella la que beneficiaba a los demás con su mirada, su humanidad y sus excentricidades. Construyó una obra tan genuina como ella misma, que te seduce, te atrapa y te lleva a ese lugar oscuro que tanto disfrutaba.

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